miércoles, 30 de diciembre de 2009

Adiós 2009:

País y mundo en frío de invierno,
días acumulados en sinsabores
que saben a luz y a fuerza que se apagan

País —gobierno—
que malbarata su grano más preciado

para favorecer las arcas de Monsanto

País sin maíz
hundido en los transgénicos
en un moderno cáncer
empantanado en la bolsa de valores

País que olvida sus masacres,
sus caídas cruentas:
machetes que se hunden en vientres embarazados

País que libera a los asesinos de 49 indígenas
y exime a los asesinos de 45 niños calcinados,
atrapados en la codicia de unos cuantos

Mundo que ve caer sueños incipientes
en insípidos actos sin sentido:
Premios Nobel que de Paz,
Obama,
de Paz en Afganistán, Obama,
no tienen nada

Mundo que sabe al intento fallido de Copenhague
y a una amenaza que se cierne en un monstruo
calcinante,
en nuestra médula ya de por sí que hierve

Mundo que sabe a sangre
sobre madera de Liberia,
que sabe a carne cercenada en África
para alimentar fábricas de celulares
y neurosis de mensajes sin sentido

Mundo que sabe a niños que reciben armas
en el tercer mundo
a cambio de alimentos
que no llegarán a vientres abultados de vacíos

Armas en Navidad a cambio de sueños sin futuro,
limbo colonizado por Repsol e Iberdrola
comiendo sangre de comunidades consumidas
saqueadas
devastadas


Te vas 2009
y nos dejas un 2010
para celebrar, país, nuestra Independencia
que se suma a deudas
para generaciones por venir
sin porvenir


2010 para celebrar, país, nuestro espíritu revolucionario
que se alimenta de teletones y novelones:
lobotomía posmoderna y somnífero perfecto
de tan voluntario


Pero aún así, te recibo, 2010,
recordando a Eliot,
con la certidumbre de que no espero regresar:
aquilatando el paso y el respiro

te recibo invocando a Whitman:
emitiendo mis alaridos por los techos del mundo
con la firme decisión
de no perder las ansias diarias
—como Whitman— de hacer de este
un viaje extraordinario

Un viaje, a pesar de todo, extraordinario
y hacia adentro: hacia lo simple y bello
—mío y del otro—
hacia la paciencia y la pasión

Así te ruego que sean tus días, 2010,
uno tras otro
—extraordinarios, plenos de paciencia y de pasión
para quienes
amo
tanto.

María Vázquez Valdez