Hay una amarga alegría
un sol de mediodía en el pecho
intento de estallar en pedazos
crisol al fuego
Hay un intento de que la piel se abra
presa inundada de agua
Y cierro mis ojos,
acecho en el silencio
una sorpresa,
atisbo la luz que se escurre
debajo de la puerta,
pero no se mueve,
sólo el gato
entiende esta quietud,
la espera,
esta callada ansiedad
que se mece
como barca en el río,
estos golpes que empujan
las yemas de mis dedos,
inmóviles,
pendiendo como besos encerrados,
como nardos sin agua,
como lluvia que no puede
abrazar la tierra
Hay una amarga alegría,
un sol de mediodía
en el pecho,
solo,
como un milagro
sin testigos.
María Vázquez Valdez
(Publicado en Español 2, Secundaria, Competencias Comunicativas, Santillana)