viernes, 23 de enero de 2015

PEDRO LEMEBEL, EL DE LOS CIELOS ROJOS


María Vázquez Valdez

Icono contracultural, figura central desde los márgenes: la madrugada de este 23 de enero partió el chileno Pedro Lemebel, enarbolando hasta el final su irreverencia y crítica hacia la derecha, la homofobia y la burguesía en Chile, en el mundo.

En una original obra, Pedro Lemebel nos dejó una especie de superposición de dos cuerpos: el de los torturados y desaparecidos políticos y el cuerpo agredido de los estigmatizados por su preferencia sexual. A manera de construcción de una larga metáfora, quizá recurso subversivo, en su escritura se encuentran la herencia funesta de la dictadura militar pinochetista, la persecución e intolerancia homófobas y a la vez una crítica constante al modelo social y económico chileno.

En De perlas y cicatrices nos evidencia nudos en la sociedad chilena de décadas recientes, que trascienden la dictadura en tiempo pero no en consecuencias; dando espacio a discursos de doble moral, violación de derechos humanos, juicio a militares, y el atisbo a la posibilidad de tumoraciones sociales.

Lemebel llevó a cabo una larga carrera como crítico tenaz de la sociedad chilena por medio de la crónica urbana. En sus textos los cuerpos buscan el anonimato de lugares públicos en una ciudad vigilada dentro del estado autoritario que desata la globalización, retratando a la vez la política sexual chilena y la crítica al neoliberalismo.

En el prólogo de La esquina es mi corazón, Carlos Monsiváis escribió que Lemebel no es sólo “un fenómeno de la literatura latinoamericana de este tiempo”, sino un “freak”, y se refiere a la inversión de un lenguaje abyecto y condenado. Un “freak” que en muchos momentos nos resuena cercano al Jean Genet de Nuestra señora de las flores.

Es y será referencia obligada identificar a Lemebel con Las Yeguas del Apocalipsis, ese mito vinculado con el origen de su obra y con la dictadura militar, y que diera a luz en 1987 en mancuerna con el poeta Francisco Casas, como parte de un ejercicio constante de enfrentar la represión de la sexualidad y el régimen militar en Chile, y que cristalizaría en obras como “La noche de los visones”, de Loco afán, donde Lemebel vuelve a 1973 para darnos un atisbo al futuro negro que se cerniría a partir de ese año aciago sobre Chile.

Luego de su partida, nos queda la obra de Lemebel como un pedazo de cielo rojo para poder volar, a partir de la imagen cristalizada en un texto que leyó en un acto político en septiembre de 1986:

Hay tantos niños que van a nacer
Con una alita rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.