País y mundo en frío de invierno,
días acumulados en sinsabores
que saben a luz y a fuerza que se apagan
País —gobierno—
que malbarata su grano más preciado
para favorecer las arcas de Monsanto
País sin maíz
hundido en los transgénicos
en un moderno cáncer
empantanado en la bolsa de valores
País que olvida sus masacres,
sus caídas cruentas:
machetes que se hunden en vientres embarazados
País que libera a los asesinos de 49 indígenas
y exime a los asesinos de 45 niños calcinados,
atrapados en la codicia de unos cuantos
Mundo que ve caer sueños incipientes
en insípidos actos sin sentido:
Premios Nobel que de Paz,
Obama,
de Paz en Afganistán, Obama,
no tienen nada
Mundo que sabe al intento fallido de Copenhague
y a una amenaza que se cierne en un monstruo
calcinante,
en nuestra médula ya de por sí que hierve
Mundo que sabe a sangre
sobre madera de Liberia,
que sabe a carne cercenada en África
para alimentar fábricas de celulares
y neurosis de mensajes sin sentido
Mundo que sabe a niños que reciben armas
en el tercer mundo
a cambio de alimentos
que no llegarán a vientres abultados de vacíos
Armas en Navidad a cambio de sueños sin futuro,
limbo colonizado por Repsol e Iberdrola
comiendo sangre de comunidades consumidas
saqueadas
devastadas
Te vas 2009
y nos dejas un 2010
para celebrar, país, nuestra Independencia
que se suma a deudas
para generaciones por venir
sin porvenir
2010 para celebrar, país, nuestro espíritu revolucionario
que se alimenta de teletones y novelones:
lobotomía posmoderna y somnífero perfecto
de tan voluntario
Pero aún así, te recibo, 2010,
recordando a Eliot,
con la certidumbre de que no espero regresar:
aquilatando el paso y el respiro
te recibo invocando a Whitman:
emitiendo mis alaridos por los techos del mundo
con la firme decisión
de no perder las ansias diarias
—como Whitman— de hacer de este
un viaje extraordinario
Un viaje, a pesar de todo, extraordinario
y hacia adentro: hacia lo simple y bello
—mío y del otro—
hacia la paciencia y la pasión
Así te ruego que sean tus días, 2010,
uno tras otro
—extraordinarios, plenos de paciencia y de pasión—
para quienes
amo
tanto.
María Vázquez Valdez
miércoles, 30 de diciembre de 2009
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5 comentarios:
Hola María!!
Grandioso y bellísimo (y duro y sangrante) poema para empezar el año. No sé si conoces la obra de Enrique Falcón, poeta valenciano reciente, que entre otros, tiene un tremendo libro La Marcha de Los 150.000.000,en donde hace un repaso general de Monsantos y Multinacionales... Muy recomendable.
Y cómo no, revolución y pasión y esperanza siempre para 2010 y los siguientes.
Queridísimo Pedro,
Me alegra mucho que te haya gustado este poema. Temía que resultara pesimista, cuando busca ser lo contrario: alimentar conciencia y esperanza.
Gracias por tus comentarios y recomendaciones... No conozco la obra de Enrique Falcón (la buscaré), pero sí de cerca las atrocidades de Monsanto. En la revista de Greenpeace México hemos incluido muchas cosas respecto al régimen del maíz y las corporaciones, como esta: http://www.nxtbook.com/dtxt/GreenPeace/GPMX4/index.php#/12
Un abrazo hasta Valencia, amigo mío, y toda la pasión, la revolución y la esperanza para ti también.
hay Mari, ora sí se me salieron las lágrimas.... está muy chido...
abrazo,
cc
Querida Ceci:
Me alegra mucho que te haya gustado este poema. Creo que tiene mucho que ver contigo, con tu paciencia y tu pasión, querida mía.
Me mueves a seguir luchando por contribuir aunque sea con un poco de reflexión en mi práctica docente.
Tal vez lo más valioso de es recatar que tenemos mucho por hacer, muchas metas que fijarnos, mucho por luchar.
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