domingo, 14 de febrero de 2010

DIAMANDA GALÁS: UN OSCURO ESCALPELO

13 de febrero en la Ciudad de México

Un bocado exquisito, un escalpelo recorriendo las papilas de los oídos: la noche del 13 de febrero Diamanda Galás vuelve a la Ciudad de México con 15 viajes al interior de su garganta.

Pálida, enfundada en vestido negro con encajes y enmarcada en cabello tan negro como largo, Diamanda a momentos se desdobla en sacerdotisa en plegaria, luego bramido y después terciopelo; sola en el escenario con su piano negro, logra retorcer todo destello audible.

Profiriendo, musitando, aullando en griego, en francés, en inglés y en vocablos incomprensibles, es una ondina sofisticada en lo salvaje.

De pronto se pone de pie y mira fijamente al auditorio y sonríe —el escenario se empequeñece.

Mujer gárgola y estatua de diosa, transfigurada en niña y anciana, transmutando el espacio en catedral antigua y en la cueva de una loba; la elegancia gutural de un cuchillo de obsidiana.

Un diamante oscuro engalanado por la niebla roja. Tan dueña de su arte desde las peores hondonadas. Tan señora y tan deforme.

La hechicera transfigurada entre colores brillantes canta desde el fondo con dedos tan desquiciados como la lengua, como los ojos. Sin embargo, a momentos su voz es suave y baja cuando le responde a un necio: “Ya te lo dije una vez —pedirle que se callara—, la segunda, algo tendré qué hacer contigo”, y entonces el silencio.

Tan sólo un bocado, y tan intenso, un trago de whisky seco de una malta: una hora exacta y quince canciones. La bruja se desvanece después de la reiterada petición de Gloomy Sunday, que canta en invocación tácita a Billie Holliday. Y la bruja se desvanece dejando a un pequeño y selecto auditorio tan atónito como satisfecho.

Breve y suficiente, una ráfaga certera, aparición que no da lugar a la reacción —un vendaval exacto.


María Vázquez Valdez

4 comentarios:

DeadpanAllie dijo...

Me encantaría que existiera un acuerdo civil que permitiera, pellizcar, patear o al menos insultar a los ignorantes y borrachos que, incapaces de escuchar, sólo acuden a los conciertos a exponer sus vergüenzas.

En cuanto a Diamanda, la única palabra que ronda desde anoche en mi cabeza es "Emperatriz".

Arcilla Roja Editores dijo...

Así es María Luisa: Emperatriz...

Rüth dijo...

hermosa, sutil, suave y dura oscura descripción. me llevaste al lugar, me hiciste imaginarla y recordarla como aquella primera impresión que tuve de ella hace mas de 10 años que la escuché por primera vez.
gracias por compartir el ensueño de una realidad de la oscura Diamanda...

Arcilla Roja Editores dijo...

Gracias a ti por tus palabras, querida Roots...
Me alegra que compartamos la visión de esta portentosa mujer...