domingo, 29 de agosto de 2010

LA LLAGA

I. San Diego

Aséptico          uniforme
        todo encaja
todo   en   caja

Cuánta pulcritud
y cuánto espacio
monótona rima de colores
cápsulas intocables
insondables, se miran        sin mirar

Casas que se ajustan a las reglas
rostros voces comida autos
                 que se ajustan a las reglas

II. Tijuana

Apresuradas casas
se amontonan en los cerros
colores brillantes
y paredes pobres y desnudas

Calles sucias y tristes
en la gran sala de espera
                          y desesperanza
de alcanzar el otro lado

Un gran prostíbulo sin hora
abre las fauces del alcohol y el sexo,
heroína sin héroes
picando al sol,
drogando al viento

III. La llaga

Un cerco y que no crucen. Revisen todos los autos, todos los rostros y los ojos. ¿Siguen cruzando? Construyamos un muro, no, tres muros hasta Texas, en la oscura era de Bush. Abramos más la llaga, que sangre y los ahogue, que no alcancen nuestros campos, que no invadan nuestro suelo. Esa llaga carcomida es de los pobres, los del sueño.



María Vázquez Valdez

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