María Vázquez Valdez
El corazón enredado
es mudo,
también es ciego,
puño crispado,
corola entumecida,
párpado apretado,
suspiro muerto.
El corazón atorado
tropieza consigo mismo,
presa de un esguince
ventricular,
disminución ocular
que se
destiñe.
Pero el corazón libre
es todo y uno,
acompasado vientre
de alas,
tupida claridad
de estrellas,
pintor de un torrente
ventricular,
éxtasis ocular
de luz que estalla.
El corazón calmo
se endulza en el horizonte,
alto mástil,
claro navegante
de mareas y tiempo,
rey de su silencio
ventricular,
abrazo ocular
que es mar y viento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario