jueves, 14 de agosto de 2008

Luego vinieron los saltos múltiples, los toboganes, las caídas.

Uno de mis primeros saltitos

Uno de los saltos de Ángel

Yo, de bajada

Jorge en pleno salto

De ahí alcanzamos la parte más intimidante de Matacanes: los grandes saltos. En el de seis metros nos dieron dos opciones más: ocho y diez. Sólo cinco del grupo optamos por los diez metros.

Pero a ver, expliquémonos: no es que me encante tirarme de las alturas a la menor oportunidad ni que ande buscando azoteas para brincar a lo Matrix, pero pensé que si saltaba diez metros, doce no me serían tan difíciles; además, uno de los compas me había dicho: lánzate, no sabes si volverás. Y entonces ya ni lo pensé, así que me lancé con los otros aventados. El resultado fue un poco doloroso, como se puede deducir de la foto que tomaron de mi avezado clavadito.

Aquí uno de los saltos de Juan Carlos


Mi saltito de diez

Qué tal esta caída

Mi caída en un tobogán

Luego llegó el temido doce que nos traía con los pelos de punta a tod@s. De ahí saltamos once de los trece compañeros, lo cual enorgulleció enormemente a los guías, que ya tenían rato diciendo que éramos un muy buen grupo: todos avanzando, aventándose, domando los miedos personales (si los había) o controlando el ansia de adrenalina en algunos casos. Que saltáramos once de trece era para ellos algo muy poco usual. Para mí, el de doce fue, en efecto, mucho más sencillo que el de diez. Para empezar caí mucho mejor, por lo que no me dolió tanto salva sea la parte, y me sentía mucho más confiada. Incluso me pareció menos alto que el de diez (there is no spoon).

Mi gracioso salto
Caigo, caigo
Entro al agua
(si no con gracia, al menos sin desgracia)

La caída de Jorge
Ya de ahí todo fue de bajada. Sentíamos que se habían cubierto las expectativas con creces y que no venían los retos terribles. Sí llegaron muchas caídas más, como una (que nos comentó Luis que no se animaba a saltar en una excursión anterior) de nueve metros en la semi oscuridad, pero todos saltamos sin problemas.
Luego otro río subterráneo de 45 metros, impresionante también, con caídas de agua, veneros, silencio.
Tratando (sin éxito) de detener el agua

Jorge, y más abajo ya de salida por el río subterráneo

Fuimos saliendo poco a poco, cada vez brincando menos, cada vez nadando menos y caminando más, hasta que dejamos por fin el agua. Después vino una caminata de una hora aproximadamente y luego a cambiarse y prepararnos para emprender el regreso. Ya todos con ropa seca recuperamos identidades, nos reconocimos sin cascos ni chalecos iguales. Anduvimos cerca de una hora de regreso en el camino rudo de terracería hasta que llegamos a un restaurante sencillo a devorar algo de comida. Ahí nos dijo Juan Carlos que a veces le llegan varios tipos de grupos: pésimos, buenos, muy buenos y hasta excelentes. Le pregunté cómo era nuestro grupo, me dijo que era excelente, lo cual nos mandó a todos con satisfacciones incrementadas, sobre todo porque aparte de un tobillo torcido de uno de los compañeros (nada grave) volvimos sanos y salvos. Y después a despedirnos.

Llegamos temprano a casa de Luis, según nos dijo su hermano al día siguiente: pensaba que llegaríamos alrededor de las nueve en estado lamentable, y nos vio salir de su casa a las ocho ya bañados y contentos rumbo a la pantalla Imax de Monterrey para ver Batman, a la función de las diez, con sus saltos altísimos e impresionantes, pero nada entrañables comparados con los que ya llevábamos (y llevamos) entre la piel y la memoria.

lunes, 11 de agosto de 2008

VANCOUVER
JULIO DE 2008
De viaje en Vancouver, del 19 al 27 de julio (con cumpleaños de por medio), dejo aquí estas fotos. La primera es de la Grouse Mountain, una montaña altísima desde la cual se ve Vancouver, y donde hay osos, cuervos, lobos, etc. La segunda es del centro de Vancouver, con el marcador del tiempo que falta para las Olimpiadas que se llevarán a cabo en Vancouver, y la última es de los fuegos artificiales, un concurso que se lleva a cabo cada año en la ciudad. Esta imagen es de los fuegos artificiales del 23 de julio, que comenzaron con música de Pink Floyd.




En el acuario de Vancouver viven estas medusas que son un elogio a la simetría y a los seres gráciles, ahí también encontré una ballena beluga recién nacida, leones marinos, tiburones, delfines, una gran tortuga, etc. Un lugar muy interesante.
La foto de enmedio es en Granville Island.

TÓTEMS EN VANCOUVER

Aquí algunos atisbos a la grandeza de los tótems en el norte del continente. La primera y la última son del Museo de Antropología de Vancouver, la de enmedio es de tótems que están en el Capilano, un puente colgante impresionante que conecta a una zona de más puentes entre árboles enormes.