viernes, 3 de agosto de 2007

INVOCACIÓN

Al disiparse la tolvanera de este invierno,
cuando el cielo alcance claridad
y el frío se desmenuce
como polvo en el agua

Cuando los lagrimales ya agotados
permanezcan como pozos secos
y no haya soplos
que los humedezcan

En el paraje donde la garganta se distiende
como esfínter dispuesto
a murmurar claves de terciopelo
y salmos

Cuando al fin los intrincados matorrales
queden atrás,
las zarzas de los miedos
las espinas del recuerdo

En el talud donde todo termina al fin,
en la ausencia de caminos,
ingravidez absorta
que precede al nacimiento

Ahí donde todo comienza
ahí
estarás
al fin.

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